ecoFLOW: una herramienta para combatir el riesgo de hipoxia en anestesia de bajos flujos
Las máquinas de anestesia modernas están equipadas con un sistema de reinhalación (circuito circular) que permite reducir considerablemente el flujo de gas fresco (FGF) durante la etapa de mantenimiento. La relación entre el caudal de FGF ajustado (flujo total) y el volumen minuto (VM) que recibe el paciente, determina la tasa de reinhalación: mientras más bajo sea el FGF en relación al VM, mayor será la reinhalación. Los beneficios reales de las técnicas de bajo flujo se hacen evidentes sólo cuando el caudal de gas fresco se reduce a menos de la mitad de la ventilación minuto del paciente (especialmente cuando el FGF es inferior a 1,0 L/min).
La anestesia de bajo flujo, en su mínima expresión, se puede definir como una técnica en la que el flujo de gas fresco se adapta para satisfacer la necesidad de oxígeno del paciente (aproximadamente 200 ml/min en un adulto) y de anestésicos volátiles. Esto conlleva beneficios económicos y ecológicos, derivados de la disminución del consumo de agentes anestésicos, como así también, genera un impacto positivo en la terapia al paciente gracias al aporte calor y humedad al gas inspirado. Sin embargo, se debe tener en cuenta el riesgo que implica permitir la reinhalación de los gases espirados del paciente.
¿Alguna vez se han preguntado por qué difiere la fracción de oxigeno ajustada de la medida por analizador de gases? La mezcla de gases en la salida del FGF no es la misma que la inspirada por el paciente producto del efecto dilución que se produce en el circuito circular entre los gases provenientes de la espiración del paciente (quien consume parte del oxígeno, de los agentes anestésicos y aporta dióxido de carbono) y los gases nuevos provenientes del FGF. Ante esta condición, no controlar ni medir adecuadamente las concentraciones de oxígeno y de agente inhalatorio que recibe el paciente, puede llevar a la entrega de una mezcla hipoxica y/o con anestésico insuficiente. Como siempre, la experiencia y conocimiento clínico del anestesiólogo es fundamental para evaluar y ponderar los posibles riesgos versus los beneficios de la técnica para cada paciente.
Como mínimo, es necesario que la estación de anestesia utilizada en una técnica de bajo flujo cuente con:
1. Sistema de reinhalación (circuito circular) con absorción de CO2.
2. Medidores de FGF precisos para ajustar los valores de flujo por debajo de 1,0 L/min.
3. Vaporizadores precisos, capaces de administrar de manera confiable concentraciones de agentes anestésicos volátiles con flujos de gas fresco inferiores a 1,0 L/min.
4. Sistema con bajas fugas. La prueba de fuga recomendada debe arrojar valores inferiores a 150 ml/min a una presión de prueba de 30 cmH2O. Es muy importante realizar los chequeos de inicio antes de cada caso para medir las fugas.
5. El sistema respiratorio debe tener un volumen interno mínimo y una cantidad mínima de componentes y conexiones para reducir el riesgo de fugas, y para mejorar la velocidad de respuesta ante cambios en concentraciones del FGF.
6. Emplear un monitoreo continuo del gases inspirados y espirados (medidos respiración a respiración).
Aún teniendo un equipo que cumpla con todos los puntos anteriores, no es suficiente para que técnica de bajo flujo quede exenta de riesgos. Como se mencionó anteriormente, es imprescindible que el anestesiólogo conozca los principios fisiológicos y farmacológicos subyacentes, y comprenda cómo se comportan las concentraciones de los gases en el sistema circular y su dependencia del FGF.
Pero, ¿puede la tecnología brindar alguna herramienta de ayuda para mitigar el riesgo de generar una meczla hipóxica?
GE HealthCare cuenta con la aplicación ecoFLOW diseñada para ayudar al médico a mitigar el riesgo de generar una mezcla hipoxica durante la anestesia a bajos flujos. El flowmeter digital de ecoFLOW es una herramienta gráfica que muestra el flujo mínimo de O2 necesario para mantener una FiO2 de seguridad (configurable entre 25 y 50%) versus el flujo de O2 aportado en los gases frescos. El valor del flujo mínimo de O2 es dinámico y el software lo adecua a cada paciente y a cada momento, puesto que para su cálculo tiene en cuenta los ajustes del flujo de gas fresco, el consumo de oxígeno del paciente, el efecto dilución y el sistema circular. Verificando y ajustando el oxígeno aportado en el FGF para que sea siempre superior al valor mínimo calculado por el software, el anestesiólogo se asegura de que su paciente siempre estará recibiendo una FiO2 igual o superior al valor de seguridad preconfigurado. Además, un segundo flowmeter muestra en tiempo real la cantidad de agente anestésico utilizando en “ml/h”.